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microcuentos

Abdicando y Reivindicando

Abdicando y Reivindicando

Por malos que hayan sido los tiempos, no han podido apagar nunca los corazones: ni siquiera el amor de las mujeres. Así que no podrán apagar mi deseo de ti, ni esa pequeña llama que existe entre tu y yo. Estaremos juntos el año que viene. Y aunque estoy asustado, creo en tí y en mi. Eduardo veía que su vida era un palimpsesto, para él ahora lo único que había de positivo en el mundo era ella; sólo la tenía a ella. Leía a D.H Lawrence y veía que ese era el camino; comprendíó que su insoportable carga debía dar paso a la verdadera vivencia del amor. La ternura se apoderaba de su pluma aquella noche de diciembre mientras escuchaba The Woman I love en la BBC y pensó que el discurso estaba listo para mañana.

El Circo

El Circo

Renzo el payaso ya se había ido a su caravana a descansar, los trapecistas Manuel y Joao me dijeron que no me fuera, que la fiesta iba a empezar ahora. Lucrecia, la contorsionista, le guiñó un ojo a Paolo, el domador de tigres, y los cuatro me invitaron a la caravana blanca. Era mi séptimo día en el Circo y era la primera noche que los acompañaba. Nos sentamos en corro y Lucrecia, robándome una sonrisa, desnudó su brazo derecho, Paolo sacó algo de una caja de música y entusiasmado dijo: el "caballo" nunca debe faltar en el circo.

afeitar

afeitar

El verano del 83 sí que hizo calor en Galicia y había menos árboles talados que ahora. Acababa de cumplir trece años y este año tocaba ir a casa de los abuelos por parte de mi padre. Desde Zaragoza el viaje en coche era interminable. Mi padre salía de casa afeitado y llegaba a Villagarcía con barba de doce horas. Aquel verano una mañana con la navaja de mi abuelo Xaquín me afeité el incipiente bigotillo que llevaba unos días cobrando sombra; mientras, el espejo no sólo me guiaba en mi torpe tacto sino que también me devolvía la memoria de cinco o seis años atrás cuando el abuelo Xaquín me reprendió al pillame con su navaja. "Cuando seas mayor esto te va a afetar". Cuando acabó el verano busqué en un diccionario de mi hermana la palabra AFECTAR. Tardé varios años en comprender que las navajas me iban a afectar de otro modo.

El traje

El traje

Aquella mañana de domingo abrileña Ramón Calatayud Tarazona, más conocido como “CALATA” abrió su armario ropero y buscó su traje, el traje de los domingos. “CALATA” buscó pero no lo encontró. De repente se dio cuenta de que en la percha donde habitualmente colgaba su traje había otro completamente diferente. No había tiempo, su cita dominical estaba cercana y no podía acudir sin traje: decidió ponerse el que había en la percha. Dos horas más tarde todo eran gritos, abucheos, insultos y, venga, otra moneda que caía sobre “CALATA”. La afición nunca le perdonó vestir el traje blanco del equipo rival.

Un viejo conflicto

Un viejo conflicto

Samsa, el más viejo del lugar, dictaminó que aquello no había sido un accidente doméstico, sino genocidio doméstico voluntario con la utilización de armas químicas. El envío de más tropas era inminente. Ellas tenían todo el derecho de asentarse en aquellos territorios. La agencia no era quien para dar aquella su tierra santa a aquellos extraños. La represalia estaba preparada y ya sólo Cucal podría pararlas.

El rencor social

El rencor social

Pues sí, aquí estoy escribiendo con un boli del BBVA sobre un papel arrancado al viento que se ha pegado a mi cara. Estoy sentado a la puerta de una iglesia y odio a la vieja que acaba de pasar luciendo sus pieles y que me ha mirado con asco, odio al ejecutivo que ha evitado mi mirada pensando que yo podía ser un mal fario para él, odio al señor de bigote que ha apartado su maldito caniche de mi presencia pensando que podía ser contagiado, odio estas malditas ropas que me han dado las carmelitas y odio a al fisco por meter sus narices donde no le llamaban. Odio el sistema.

La Trsiteza del niƱo

La Trsiteza del niño

De pequeño creía que para estar triste había que trigar en un trigal, y además ser tigre, y encima estar con otros dos tigres.¡Qué triste es ser niño!

Colgate

Colgate

Todavía me estoy recuperando; son sólo las nueve y media de la mañana y ya me duele todo, sobre todo el cuello. Hace un par de horas me teníais que haber visto, lozano, limpio, con un brillo, que ni mi, hasta hace dos días, compañero, Mr. Proper (bueno, ahora le llaman Don Limpio). Mi aspecto orondo, como soy yo de natural, me había abandonado, y lo había hecho de repente, desde las siete y media, esto ha sido un suplicio, de un lado para otro, de derecha a izquierda, de arriba a abajo (¡qué mal he llevado estar boca abajo!) Con lo bien que estaba yo en mi cuartito, con la casa en silencio... bueno, es más, desde que llegué anoche a casa, después de estar todo el día en el Carrefour, y después de un viaje apelotonado oliendo a todo, y con golpes incluidos, aquel cuarto con olor a limón y frescor salvaje del Caribe, y aquel vaso de agua, me parecieron la gloria, únicamente el olor a Licor del Polo, que a nadie de mi familia nunca nos ha gustado, podía amargarme aquella confortable noche, sin saber que la mañana iba a ser lo que ha sido: una suerte de pellizcos, apretones, manoseos y dolor en mi cuerpo que padre, madre, chicos y chicas me han provocado.

La Felicidad

La Felicidad

Juana creyó que aquello que le decía su hermana no podía ser y por ello se cercioró dos veces. Sí, aquella balanza que compraron en IKEA pesaba 5 kilos de más. Después de dos meses su resta mental ante la báscula siempre se acompañó de una sonrisa.

Nudismo y Sandia

Nudismo y Sandia

Siempre comemos a eso de las 3 y media. El sol y el salitre nos dice que es hora de abrir la nevera y rescatar del hielo hecho agua la sandia, el queso y la tortilla de patata. A eso de las 8 merendamos, limpiamos la nevera y entonces llega lo mejor de la tarde: volver sin peso hasta el coche.

El registro

El registro

A Juan le encanta pasar horas y horas ante el ordenador conectado a Internet. Últimamente ha descubierto que le encanta registrarse en las páginas web que visita bajo nombres, direcciones, teléfonos, ciudades y edades falsas. En cada una pone una contraseña diferente. Pero también ha descubierto que en cada registro pone un año menos y eso le alegra. Ayer ya iba por los 13 cuando se registró en cadenaser.es.

La ingratitud

La ingratitud

Aquel iba a ser mi gran día. Yo tenía entonces 9 años y jugaba en los benjamines del Salt CF. Aquel fin de semana en el club era especial: inauguraban el nuevo campo de fútbol... de CÉSPED. Nunca había jugado en un campo de césped; bueno, a ser sincero nunca había salido de titular en ningún campo, ni de césped, ni de tierra. El entrenador siempre me sacaba en los últimos 10 minutos. En el entrenamiento del día anterior, Ramón dijo que no podía venir al partido porque se iba a la playa con sus padres. El entrenador me dijo que entonces jugaría yo en su puesto y que por rotación yo sería el... CAPITÁN. Eran las 11 y salí como un flan, le di la mano al arbitro y al otro capitán. Mil personas me miraban (luego venía el Murcia CF de primera a inaugurar oficialmente el campo) Llevaba 10 minutos jugando cuando desde la banda se producía ya el primer cambio. Era mi número y el que entraba era ... Ramón. Le tuve que saludar y darle el brazalete. Esa fue mi última temporada como futbolista.